~Mi única necesidad~
El día de ayer fue agotador, sólo quería levantarme de una vez de la cama y para ver a las chicas y olvidarme de todo. Aunque no lo podría olvidar con facilidad, ya que les tenía que contar todo lo sucedido, claro. Al oír los pitidos del despertador salté de un brinco, no sé porque, me levanté con una sonrisa en la cara, supuse que eso era bueno, muy bueno.
Abrí el armario y me puse como una boba a observar lo que había dentro, como una boba digo, porque lo miraba y ya esta, por mucho que pusiera cara de pensar que me iba a poner, no era así.
Para poder elegir que me pondría mire por la ventana, hacía un poco de sol; abrí la ventana, no hacía frío, no había viento.
Por eso mismo decidí llevar unas mayas pegadas, que se hacían pasar por vaqueros, una camiseta básica verde y baje la cabeza para ver que zapatos estaban disponibles. Revisé uno por uno los zapatos, hasta que encontré unas Victorias verdes oscuras también; más viejas que yo . . .
Me vestí, hice la cama lo mejor que pude (por el sueño) y prepare la mochila, la deje encima de la cama y salí del cuarto; cerré la puerta y me dirigí a la cocina. Cuanto más cerca estaba de ella con más claridad oía los maullidos de algún gato . . . Por un momento me asusté un poco, pero reconocí los maullidos; eran mis gatos.
Entré a la cocina y giré mi cabeza hasta dar con la ventana, ahí estaban los gatos, tras la ventana mirando desesperadamente al cuenco del pienso y maullando como locos. Entendí rápidamente todo, así que me acerqué y les abrí, entraron y se acercaban a mis piernas para que les diera mimitos. Pero sólo me dio tiempo a darles pocas caricias; tenía que desayunar y peinarme.
Mientras los gatos comían, me agaché para abrir un armario y saqué mi taza junto con una bolsa de bollos. Me preparé todo, la leche, el cola-cao, la cuchara . . .
Acabe, recogí todo y fui a mirar la hora, eran las 8:23, me quedaban unos 7 minutos, justo los que necesitaba para peinarme, lavarme bien la cara y si eso ya plancharme un poco el pelo . . .
Tuve tiempo para todo y al acabar fui a mi cuarto, tenía la mochila en cima de la cama, lo cual me venía de perlas, sólo era sacar una sudadera del armario, pillar la mochila, y desaparecer de esa casa.
Tenía todo preparado, cogí las llaves y salí por la puerta contenta. Al andar me fijaba en lo bonito que era todo, nunca me me di cuenta de esas cosas preciosas que tiene la naturaleza. Al rato me fijé de que se me olvidó el móvil con los auriculares en casa, pero bueno, ya era demasiado tarde.
Llegué a la parada, ni llegaba pronto ni tarde, porque estaban casi todos ya, sólo tuvimos que esperar unos 5 minutos al bus; subí y me puse en mi sitio de siempre, mirando a la ventana perdía la noción del tiempo, a pesar de los gritos de los que estaban atrás del todo.
El bus paró, me levante, era la primera; estaba esperando a que la conductora me abriera la puerta y cuando lo hizo me despedí con un "hasta luego", ella me devolvió la despedida con un "adios". Me coloqué bien la mochila a la espalda y mientras andaba intentaba localizar donde estaban las chicas; para contarles todo lo que pasó.
Estaban todas juntas, hablando de no se qué y al llegar empezamos a hablar:
Nadia: Heeey, ¿que tal?
Yo: Bueno, no sé, supongo que bien. Es que os tengo que contar lo que me pasó ayer...
Marta: ¡No nos asustes cosa guapa!
Yo: jajaja, no tranquila!
Isabela: ¿Nos partamos para que nos cuentes?
Yo: Sí, mejor. -Digo con poca seguridad.-
Nos partamos de todos los demás alumnos y una vez que estábamos juntas en un circulo empezó nuestra conversación:
Todas: Cuenta, cuenta.
Yo: Vale, haber, no es muy agradable pero os lo diré. Ayer vino mi tía Lourdes a casa de visita y tuve una pequeña discusión con ella . . .
Isabela: ¿Discutes con tus tías? Yo suelo discutir con mis padres . . .
Yo: Hombre ya, yo también lo hago con mi madre, pero no sé porque ayer mi tía se estuvo metiendo donde no tiene que meterse. Me dijo cosas feas, me hicieron daño y me encerre en el baño.
Nadia: ¿Te encerraste por lo que te dijo?
Yo: Sí, me dijo que era una vaga, que por eso sacaba tan malas notas, vamos, no lo decía directamente pero es como si me dijera que no voy a llegar a nada.
Marta: ¿¡Y como coño te dice eso tu tía, si no te lo dice ni tu madre!?
Yo: Ya, ya, es que no entiendo, porque además estaban mi madre, mi hermana y mi abuela en casa; escucharon todo y no dijeron ni mu.-Dije con un tono de decepción.-
Isabela: No entiendo nada, se supone que te tendría que defender tu ama, ¿no? -Contestó extrañada.-
Yo: Esa es la cosa, que se supone, y no fue a sí.
Nadia: Bueno no te preocupes por eso, igual ayer fue un mal día para todos y nadie quiso saber nada de peleas o así.
Yo: Pues no sé, tal vez pudo ser eso . . . -Mi tono de voz iba cogiendo confianza, pero no la suficiente.-
Escuchamos como la campana interrumpía, nos dirigimos a las escaleras, subiendo entre la muchedumbre. Ellas me miraban con cara de pena, no quería que hicieran eso, pero no las dije nada, solo quería llegar a clase y ver si se me pasaba.
Marta e Isabela subieron un piso más que Nadia y que yo, estamos en diferentes pisos, pero Nadia y yo somos las únicas de la misma edad, por lo que vamos a la misma clase. Cruzamos el pasillo y me hizo parar, me aparto para que los demás pudieran pasar y me abrazó.
En ese instante entendí que a esa edad mi única necesidad, serían las amistades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario